martes, 29 de julio de 2014

Mi muerte / Raymond Carver


Mi muerte

Si tengo suerte, estaré conectado
a una cama de hospital. Tubos
por la nariz. Pero intentad no asustaros, amigos.
Os digo desde ahora que está bien así.
Poco se puede pedir al final.
Espero  que alguien telefonee a los demás
para decir, “¡ven rápido, se está yendo!”
Y vendrán. Así tendré tiempo
para despedirme de las personas que amo.
Si tengo suerte, darán un paso adelante
para que pueda verles por última vez
y llevarme ese recuerdo.
Puede que bajen la mirada ante mí y quieran echar a correr
y aullar. Pero, al menos, puesto que me quieren,
me cogerán la mano y me dirán “Valor”
y “Todo va a ir bien”.
Y tienen razón. Todo va a ir bien.
Me basta con que sepas lo feliz que me has hecho.
Sólo espero que siga la suerte y pueda mostrar
mi agradecimiento.
Que pueda abrir y cerrar los ojos para decir
“Sí, te escucho. Te entiendo”.
Incluso que pueda llegar a decir algo así:
“También yo te quiero. Sé feliz”.
¡Así lo espero! Pero no quiero pedir demasiado.
Si no tengo suerte, si no la merezco, bueno,
me tendré que ir sin decir adiós ni darle la mano a nadie.
Sin poder decirte lo mucho que te quise y lo mucho que disfruté
de tu compañía todos estos años. En cualquier caso,
no me guardes luto mucho tiempo. Quiero que sepas
que fui feliz contigo.
Y recuerda que te dije esto hace tiempo, en abril de 1984.
Pero alégrate por mí si puedo morir en presencia
de mis amigos y de mi familia. Si es así, créeme,
salí de mi vida por la puerta grande. No perdí esta vez.

sábado, 26 de julio de 2014

El encuentro de Katherine Mansfield

EL ENCUENTRO

Empezamos a hablar­
Nos miramos; dejamos de mirarnos
Las lágrimas subían a mis ojos
Pero no podía llorar
Deseaba tomar tu mano
Pero mi mano temblaba.
No dejabas de contar los días que faltaban
para nuestro próximo encuentro
Pero las dos sentíamos en el corazón
Que nos separábamos para siempre.
El tictac del relojito llenaba la habitación en calma­
Escucha, dije, es tan fuerte
Como el galope de un caballo en un camino solitario
Así de fuerte - un caballo galopando en la noche.
Me hiciste callar en tus brazos­
Pero el sonido del reloj ahogó el latido de nuestros corazones.
Dijiste `No puedo irme: todo lo que vive de mí
Está aquí para siempre'.
Después te fuiste.
El mundo cambió. El ruido del reloj se hizo más débil
Se fue perdiendo –se tornó minúsculo-
Susurré en la oscuridad: “Moriré si se detiene”.

jueves, 3 de julio de 2014